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LA RESPONSABILIDAD DE BUSCAR SER FELICES HOY
Escrito por: Roxana Zermeño
Los humanos, por naturaleza, somos seres sociales, vivimos y nos desarrollamos en sociedad; con los demás aprendemos el lenguaje, las costumbres y los hábitos; con las personas a nuestro alrededor descubrimos y ponemos en juego nuestras emociones y sentimientos. Aprendemos, o eso es lo que se espera, a gestionar, esperar o apresurar, para que nuestras habilidades emocionales nos unan y comuniquen de la manera más óptima con los demás. Cuando nuestra mente está equilibrada con las sensaciones que recibimos del exterior, sentimos la felicidad; un estado de armonía que nos ayuda a conducirnos con tranquilidad para tomar buenas decisiones.
Sin embargo, cuando hay un desequilibrio entre lo que sentimos interiormente y lo percibimos del exterior (miedos, dudas, dolor, desilusiones…), solemos mostrarnos reticentes, con apegos, ansiosos; nuestras relaciones se ven afectadas, discutimos por cualquier motivo y nos sentimos vulnerables o molesto, incluso furiosos.
A veces este desequilibrio es pasajero, pero también puede quedarse un largo tiempo con nosotros. Entonces, es nuestra responsabilidad buscar la felicidad, de encontrar el equilibrio, si es que nunca antes lo hemos tenido, o de restablecerlo, si es que ya hemos sido felices antes. Se dice que debemos hacernos responsables de nuestras palabras y nuestros actos para vivir en sociedad, asimismo, habremos de responsabilizarnos de nuestro bienestar.
Existen diferentes formas de buscar la felicidad, lo cierto es que esta está dentro de nosotros, solo que está escondida, oculta, negada por las diversas situaciones de la vida, porque desconocemos nuestras capacidades o porque nadie nos enseñó cómo tener equilibrio. Podemos pedir ayuda de otras personas, instituciones, terapias, religiones. El punto es no confundir la ayuda con la codependencia.
Pensemos en particular en la codependencia que creamos con otras personas, como nuestros padres o hijos, con amigos o con el doctor o especialista al que consultamos. Dotamos de otra persona de la capacidad de hacernos felices, la responsabilizamos de nuestro bienestar; la culpamos también cuando estamos confundidos o temerosos. Por eso, habremos de comprender que nosotros somos los únicos responsables de nuestra felicidad, somos los únicos que podemos lograr el equilibrio al hacer frente a las situaciones que nos rodean.
Pensemos por ejemplo, que nuestra salud está debilitada, y nos recomiendan cuidarla y cambiar nuestros hábitos, la alimentación y la actividad física. Podríamos culpar a nuestra familia de que no podemos modificar la dieta porque a los demás les gustan las cosas fritas y en casa debe haber alimentos fritos. Podríamos culpar a nuestra rutina en casa y en el trabajo de que no tenemos tiempo para hacer ejercicio, de que tenemos tantas cosas por hacer que no hay oportunidad para la actividad física. La realidad es que nosotros somos los responsables de evitar los alimentos fritos y preparar otros más sanos; somos responsables de aprovechar el tiempo, levantarnos más temprano o hacer un hueco en nuestra agenda para caminar y hacer ejercicio. Esto significa dejar de culpar a los demás para asumir nuestra responsabilidad.
Algo parecido sucede con la felicidad. Otro ejemplo: cuando estamos ansiosos en casa por lo que sucede a nuestro alrededor, en particular, pensemos, por el covid-19, podemos tener al menos dos reacciones: evitar salir a la calle y tener contacto con las personas, tener miedo y paranoia de un virus que no vemos pero que sabemos que está, o podemos buscar información y ayuda de profesionales de las emociones para encontrar la mejor manera de conducirnos en medio de una realidad nueva, pero que llegó para quedarse. No podemos culpar al covid-19 de nuestra felicidad, somos nosotros quienes habremos de encontrar la forma de volver al equilibrio y, en este caso, disminuir la ansiedad y así tomar mejores decisiones.
¿Y qué pasa cuando buscamos la felicidad? Aquí vale señalar que buscar la felicidad no es lo mismo que ser feliz. Desde la Antigüedad y en varias culturas se hace la distinción de ser feliz y estar feliz… Pero lo que aquí nos interesa es el proceso de búsqueda de la felicidad, porque eso significa asumir nuestra responsabilidad con nosotros mismos, sabernos capaces de modificar nuestras actitudes y reacciones antes la realidad y frente a quienes nos rodean; significa dejar de culpar al otro para ser conscientes de que somos los únicos que podemos permitir o no enojarnos, respirar y tranquilizarnos antes la adversidad, meditar antes de actuar.
En la búsqueda de la felicidad podemos pedir ayuda, los profesionales nos dotarán de herramientas emocionales para modificar nuestros hábitos emocionales, nos guían con técnicas, programas o terapias. Pero incluso allí, somos los únicos capaces de aprehender los consejos, técnicas, procesos; somos los únicos capaces de llevar a cabo los ejercicios, y de realizar las repeticiones. Allí es donde programas psicológicos como los de PAS contribuyen, porque son una guía hacía el cambio, un cambio que nosotros mismos trabajamos, gestionamos y sentimos.